Colaboración con: El club de las pequeñas cosas.
“La masticación debería ser algo placentero (así nos lo hace saber nuestro cuerpo cuando comemos con hambre, nos sentimos bien). Comer es algo primario.
La terapia masticatoria es una herramienta muy útil para complementar los planes didácticos y de desarrollo en perros con dificultades. La masticación puede utilizarse como estrategia de afrontamiento, como puente comunicativo, como estrategia predatoria… Todas estas opciones son funcionales y adaptativas en la forma de crear bienestar.
Masticar e ingerir son acciones placenteras porque son las acciones necesarias para nutrir el cuerpo. Comer es una acción etológicamente agradable porque es imprescindible para la supervivencia.
Ahora bien, como todo lo que “monetizamos”, l@s human@s llevamos la masticación al extremo. La masticación no debería ser reducida a una actividad que mantiene “entretenidos” a los perros o que entregamos para “cansarlos”, porque nos encontramos con lo que está sucediendo en estos momentos, que el catálogo de masticables de cualquier tienda destaca por contener muchos masticables gigantescos.
Hay que considerar que masticar e ingerir no debería ser un trabajo. Los snacks no deberían ser algo que el perro consigue comer por pura obstinación.
Las masticaciones complicadas, sea por dureza, tamaño o textura, (las texturas elásticas son muy complejas de gestionar), no generan bienestar en los perros.
Muchos individuos se terminan los snacks por pura preocupación; preocupación a que otros perros o miembros de la familia se lo quiten, preocupación por si el snack va a seguir en el mismo sitio cuando vuelvan del paseo, preocupación por la preocupación que genera el hecho de tener que mantener vigilado un recurso valioso, preocupación por encontrar un sitio seguro en el que esconder el masticable…
Algo que debería ser placentero, se acaba convirtiendo en un gran elemento disruptor en el día a día de los perros.”